2.1.12

La bici se ha vuelto cool

¿Qué tienen en común los cigarrillos, el vino y las bicicletas? Poquísimas cosas, pero entre ellas hay una que empieza a hacerse evidente: esos tres productos muy globales se pusieron muy de moda y superaron sus públicos iniciales gracias al impulso que les dio la industria del entretenimiento, principalmente el cine y en segundo lugar la televisión.

Primero fue el cigarrillo, que verdaderamente hacía ver muy interesante a Lauren Bacall y muy varonil a Humphrey Bogart cuando ellos hacían lentas y blanquecinas columnas de humo en el gran cine en blanco y negro; en esa época que pasó antes de que se extendiera la noticia de que el cigarrillo es letal para la salud, el cine y la televisión hicieron mucho por convertirlo en un artículo muy codiciado que se asociaba al buen gusto, a la realización personal, a la vida plena. Hasta que la industria del entretenimiento cedió a la presión del movimiento antitabaquismo y execró el hábito de fumar de sus guiones y de sus pantallas. Ahora sólo fuman cigarrillos los malos.
Luego le pasó al vino, sobre todo con películas como Sideways, de 2004; poco después de que la comunidad médica cantara los beneficios de la dieta mediterránea y sobre todo del vino tinto para el corazón, este film que celebra la pasión por esa bebida y unas cuantas películas más que vinieron después ayudó a que, por ejemplo, Estados Unidos emergiera como el nuevo primer país consumidor. Ahora, el vino es prácticamente omnipresente en las pantallas, sobre todo el tinto.

Las bicicletas están siguiendo su camino. Como el cigarrillo en su momento, como el vino después, andar en bici se está volviendo cool. Ya no es sólo un punto de honor de la onda verde: ahora es sinónimo de juventud, de elegancia, de inteligencia, de flexibilidad, cosas que trascienden la militancia ambientalista. Se asocia al consumo de alimentos orgánicos, al liberalismo político, al movimiento slow. A medida que por distintas razones se ha extendido su uso en las ciudades de los países industrializados, la bicicleta ha atraído la atención de la moda, el diseño industrial, el cine y la televisión de los polos culturales más influyentes del planeta.

bici1Basta con prestar atención: ¿cuántas bicicletas ve uno ahora recostadas por ahí en los sets de las películas? Y más aún, ¿cuántas están empezando a usar los actores? Ya no son exclusivas de películas europeas o asiáticas. Hay una, cada sábado, en las manos de Paul Brittain en la intro de Saturday Night Live, una imagen que tiene todo un peso político en la ciudad en que se ubica, Nueva York, donde existen fuertes tensiones en torno a los esfuerzos por promover este medio de transporte de parte de la comisionada de transporte, Janette Sadik-Khan.

Están cada vez más expuestas, y por eso el mercado y el ingenio responden, ávidos por una población curiosa y con poder adquisitivo que quiere verse bien mientras pedalea hacia el trabajo o la universidad. Se están produciendo y vendiendo fantásticas bicis de bambú, de modelos retro, de diversas modalidades adaptadas a la vida urbana. Generalmente eso está a cargo de firmas especializadas, pero también han reaccionado cadenas como Paul Frank y Urban Outfitters.

Y es una gran noticia, porque mientras más de moda se pongan las bicicletas, habrá más gente en ellas y por tanto menos vehículos de motor circulando a la vez, lo que se traduce en menos tráfico, menos ruido, menos calor, menos contaminación y menos demanda de combustibles fósiles. Las bicicletas contribuyen al comercio detallista, a la convivencia ciudadana, a la redensificación de las ciudades. Te permiten ahorrar en gasolina, hacer ejercicio y pasarla bien. Bienvenida entonces esta moda: que llegue para quedarse.

 Rafael Osío Cabrices
Via Inspirulina

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