En proyectos orientados hacia la Responsabilidad Social Empresarial en el concepto “Jugar en Verde”: mediante una serie de programas de conservación promueve el cuidado de los ecosistemas presentes en los estados Monagas y Anzoátegui.
Por cada perico que llega a manos de un comprador, mueren cuatro en el camino. Carlos Capote, coordinador de Responsabilidad Social de Masisa de Venezuela, echa mano de este dato (un promedio mundial de cacería ilegal) para retratar la importancia que para esta industria del sector maderero supone la conservación de los recursos naturales. “La empresa identificó la oportunidad de difundir a sus públicos de interés, en especial a las comunidades vecinas y otros actores de la zona, la importancia de conocer y conservar la biodiversidad presente en los ecosistemas de Monagas y Anzoátegui”.
El complejo industrial de Terranova de Venezuela S.A, perteneciente a Masisa de Venezuela, se ubica en Macapaima, a ocho minutos del majestuoso río Orinoco, vecino a una inmensidad de plantaciones de pinos caribes y comunidades rurales y etnias indígenas. Este escenario ha acogido un modelo de extensión educativa que busca crear beneficios en las áreas de Ambiente, Economía local, Educación y Salud.
Este contexto ha permitido que los proyectos de Responsabilidad Social Empresarial abarquen desde la difusión de la flora y la fauna, hasta la conservación de pozos de agua o la “cacería” de imágenes que alimenten un censo de los animales de la región.
Jugar en Verde
Los daños ambientales son costosísimos, la prevención es gratis. Esta es otra de las premisas de Masisa. Así que, guiados por esta línea, es más fácil enseñar desde la escuela. De esta idea surgió “Jugar en Verde”, un programa diseñado para que niños de preescolar y educación básica reconozcan las especies animales que son parte de su ciudad y de sus vidas, y también para que las quieran y respeten sus espacios.
¿Cómo aprende un niño sobre flora y fauna? Sembrando pinos bebés o plantas nativas, viendo cómo crecen o se transforman los animales, o armando juguetes lúdicos y ecológicos a la vez. Todas éstas son iniciativas para que los pequeños aprendan mientras juegan. “Los niños incluso han colaborado con el levantamiento de censos, lo que queremos es que el conocimiento que podría ser exclusivo de científicos tenga un alcance común”, explica Capote.
Las exposiciones itinerantes en museos y galerías son otra vía de conexión para llegar a los niños. Guacamayas, iguanas, loros, entre otros animales tallados en madera sirven para dar información a través del arte.
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